1. Organización de las ideas del texto:
Las ideas del fragmento de este esperpento se pueden organizar de la siguiente manera:
Primera parte, desde la primera intervención de Max hasta la segunda de Don Latino: Alusión a Don Latino como a un buey, con un posterior enfrentamiento al Buey Apis. Don Latino se escandaliza y Max deriva la conversación al "inventor del esperpento", Goya.
Segunda parte desde la intervención de Don Latino a la penúltima de Don Latino: Max da una explicación de lo que se entiende por esperpento. Don Latino se admira ante la inteligencia de su compañero.
Tercera parte, desde la penúltima intervención de Don Latino al final: Max propone la "conversión" de ambos al esperpento, mudándose para ello al callejón del Gato, a lo que Don Latino acepta.
2. Tema y resumen:
El tema podría ser la única opción representativa de la realidad española, la deformada, el esperpento.
Max parodia con su amigo Don Latino que este se ha convertido en buey y que debe de enfrentarse al buey Apis con su mugido. Cuando Don Latino se asusta, Max introduce el esperpento, "producto" de Goya, en el que los típicos personajes planos son deformados para poder representar su realidad.
Max le da a su amigo una perfecta explicación del esperpento, que deja profundamente impresionado a Don Latino, provocando la mudanza de los dos personajes al callejón del Gato para unirse ellos también al fenómeno del esperpento.
3. Comentario crítico:
Este fragmento pertenece a la obra teatral "Luces de Bohemia" de Valle-Inclán, obra con la que estrena su género del esperpento.
Max comienza el diálogo con una metáfora en la que llama buey a su amigo, buey del pesebre belenita que con su mugido ha de enfrentarse al buey "supremo" Apis. Esta métafora podría tener una significación, su amigo Don Latino sería un buey del pesebre belenita, un pesebre que estaba caracterizado por la humildad, la sobriedad, por ser uno más, sin nada en especial. Esto tendría una correspondencia con cualquier ciudadano de a pie, que con su "mugido", con su voz, su voto y su denuncia debería enfrentarse al gran Buey Apis, procedente de la mitología egipcia, que representaba al sol, a lo supremo. Asimismo, el Buey Apis era la revista para la que trabajaba Max que quizá defendía una ideología a la que Max quería contraponerse, y seguramente tratara de esconder la realidad española que tanto se afanó Valle- Inclán en denunciar. Por ello usaría la expresión "lo torearemos".
Para su acusación a esta sociedad española hace uso del esperpento, un nuevo subgénero teatral que creó el autor del texto para representar acordemente a la realidad española. Sus bases quedan perfectamente sentadas en la frase: "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada". Pero aún así defiende una transformación grotesca conforme a unas reglas que aporten a sus obras belleza, perfección y que realmente transmitan el mensaje, asi como las matemáticas aporta perfección a las formas deformes.
Valle- Inclán innova una nueva forma alternativa de representación en la que ya no vale la típica denuncia de la decadencia española, sino que se le suma una nueva manera que aporta originalidad e incluso rotundidad, una llamada de atención.
El esperpento podría ser algo así como las hipérboles, figuras retóricas utilizadas para la exageración de una idea, un aspecto, con la finalidad de atraer la atención del lector sobre un punto en concreto, haciéndolo consciente y partícipe de la crítica. Pues el esperpento sería algo parecido a la hipérbole, pero aplicada al conjunto de una obra, una obra formada por continuas hipérboles como "me quito el cráneo"
Se trata de una forma más divertida, y por lo tanto más didáctica, no tan negativa, que a través del humor y la risa provocada por las situaciones inverosímiles hacen calar mejor el mensaje y nos haga ser más propensos a aceptar la verdadera realidad. El autor era bien consciente que la realidad decadente pura y dura solo provocaría sentimientos de desazón y pesimismo, actitudes en nada colaboradoras con la búsqueda de soluciones para una sociedad que en aquella época necesitaba poco menos que un milagro para salir a flote.
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