1. Organización de las ideas del texto:
Las ideas del texto se pueden estructurar en las siguientes partes:
Una primera parte (Primera línea a la línea 5): En esta primera parte el autor describe las sensaciones que le aporta una larga caricia que dedica a la boca de su amada.
En una segunda parte (Línea 6 - línea 13): Se describe una especie de batalla cariñosa entre los dos amantes en las que entran en juego los besos, los muerdos, las caricias y las miradas.
2. Tema y resumen:
El tema podría ser la expresión del amor a través del contacto físico.
El autor se deleita en una caricia hacia su amada, en la que recorre su boca, y a la misma vez lo van asediando pensamientos de amor y plenitud hacia ella, también acompañados de sentimientos de satisfacción por la elección de su amor y de complementariedad entre ambas partes.
Entra en juego más tarde el contacto visual entre los dos al que siguen un repertorio de besos y muestras de cariño que llenan al autor de sentimientos y sensaciones.
3. Comentario crítico:
Este capítulo pertenece a la obra "Rayuela" de Julio Cortázar, una de sus obras más controvertidas y representativas de un pseudosurrealismo de la época.
Principalmente es un fragmento rico en descripción, que transmiten multitud de sensaciones al lector y que se caracteriza principalmente por contener una gran sensualidad.
Las sensaciones, los detalles, son tratados por al autor con una total delicadeza, que transmite la fragilidad y la belleza de sus recuerdos, más concretamente del recuerdo de ese momento de profundo amor.
Comienza tanteando los terrenos de su amor con un acto tan sencillo e infantil como el recorrido con un dedo a través de una caricia sobre la piel, dibujando como dibujaría un niño que acaba de descubrir que puede tocar, más aún que puede captar información a través del tacto, pero lo que es aún más importante, que le gusta. Mientras él explora las comisuras de los labios de ella, al cerrar los ojos le asaltan miles de pensamientos y sentimientos dedicados enteramente a la persona que tiene ante él. Unos pensamientos que le aportan seguridad, satisfacción de la elección de su amor; porque ella ha sido deseada, deseada y elegida, por un extraño azar al que no quiere analizar pero que ha sido el causante de la química y la reacción entre dos vidas ajenas que han quedado unidas a través de un sentimiento. El autor parecía haber guardado un espacio en su vida que ella llena y desborda plenamente. Y llegados a este punto parece abrir los ojos y darse cuenta de su sonrisa, que por algún azar que puede que tampoco llegue nunca a comprender parece haber contactado con sus pensamientos para responderle con un gesto que delata felicidad, o alegría, bienestar.
La manera tan suave, frágil y amorosa con que trata su sonrisa puede llevarnos a los conocidos versos de Miguel Hernández, situados en la misma línea: "Es tu risa en los ojos la luz del mundo".
También esta sonrisa parece provocar en el poeta una luz interior que ilumina hasta el último de sus rincones con curiosidad.
Pero a este contacto tan profundo le faltaba aquello que lo haría íntimo; la mirada, el contacto visual, aunar la comunicación táctil con la comunicación visual a la que el mismo poeta une la subjetividad de olores, de sabores que todo el contacto le provoca. Se establece entre ambos una comunicación no verbal con la que transmiten tal cantidad de sensaciones que las vulgares palabras están de sobra.
El posar su mirada sobre los ojos de ella le ha producido inestabilidad, aumentando el ritmo de su respiración que ahora se adivina profunda y entrecortada, haciendo brotar un sencillo beso en respuesta a todo un mundo.
Y ahora el capricho de su indagación sigue, otra vez a través del sentido del tacto, explorando su pelo, enredando la yema de sus dedos en ellos mientras la sigue besando.
Su estado de amor se delata hasta afirmar que todo dolor que pueda sentir procediendo de ella, es dulce, no puede herirlo, al igual que la dulzura de sus besos, que afirma, le evocan al sabor de la fruta madura, una fruta extremadamente azucarada... pero ¿a qué saben los besos? Los besos no saben, pero sí saben. Los besos saben a fresa, a vida, a nubes, a confusión, a rutina, a locura, a café, los besos saben a todos aquellos retos que nuestras papilas estén dispuestas a aceptar. Y entonces siente temblar su cuerpo sobre el suyo, tal y como tiembla el reflejo de la luna en la superficie del agua cuando esta se ve quebrantada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario