ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS: Este texto narrativo de Luis Sepúlveda lo podemos estructurar en las siguientes partes:
Introducción: Se encuentra en las dos primeras líneas donde el autor nos resume los hechos que van a aparecer a continuación, la elección del protagonista acerca de sus gustos como lector y su planteamiento de preguntas y dudas.
Desarrollo: (Línea 3-24) Antonio José Bolívar va puliendo sus gustos de autor a través de una gradación temática, comienza desde los que menos le gustan hasta que consigue hallar la temática que la gusta. Va haciendo una gradación desde los libros de geometría que utilizaba para blasfemar, los de historia a los que no le veía nada real, por el libro "Corazón" al principio sintió un gran apego pero contenía mucha infelicidad. Hasta que con "El Rosario" de Florence Barclay consiguió dar con la llave, por tratarse de un libro que alternaba tanto el amor como la desgracia.
Desenlace: De la línea 25 al final, se narra como lo leyó infinidad de veces y como ahora esperaba del dentista nuevos libros que atrajesen so voracidad lectora y lo ayudaran a mantenerse alejado de su pasado.
El texto tiene una estructura inductiva, ya que la idea principal la encontramos al final, al saber la finalidad que le da el protagonista a la lectura a la que se apega para vivir a través del papel.
TEMA Y ESTRUCTURA: El tema puede ser la literatura como evasión.
José Bolívar Proaño esculpe sus gustos como lector a través de la práctica, en la que va desechando gradualmente los libros de geometría, historia, desgracias ... hasta llegar a su tema predilecto concedido a los libros de amor. Se dispone a devorar los libros que le ha prestado el dentista con vistas a escapar de la realidad de su pasado.
COMENTARIO CRÍTICO: En esta narración perteneciente al libro Un viejo que leía novelas de amor, por Luis Sepúlveda, el protagonista, un rudo sudamericano con un tipo de vida subdesarrollada y por debajo de lo humano y lo moral, presenta una extraña afición: la de ser adicto a novelas de amor que le retratasen a través de las palabras un tipo de vida muy diferente a la suya y que lo ayudara a evadirse de su propia realidad y su pasado. El autor nos propone un tema muy en boga durante toda la literatura, tal como escogerla como vía de evasión. La literatura como vía de evasión puede ser considerada desde dos puntos, le evasión del lector y la evasión del autor. El autor que se siente degradado, manipulado, que siente repulsión o contrariedad a la época o circunstancia que le ha tocado vivir se escapa o se evade de ella mediante la creación, la imaginación, la ficción...
Como ejemplos tenemos la literatura de Miguel de Unamuno, en la que es notable su tormento por la pérdida de su fe y la imposibilidad de alcanzar una vida eterna, todo ello amenazado por el miedo a la muerte, a lo desconocido... Tanto fue así que llegó a afirmar: “La literatura es acaso el mayor y casi único consuelo de haber nacido que les queda a los españoles que han tenido la desgracia de perder la fe religiosa en otra vida de ultratumba ".
O también un movimiento denominado como "realismo mágico" que consistió en representar la realidad con grandes toques de imaginación y fantasía, fue característico de la literatura hispanoamericana de mediados del siglo XX, surgido en un momento en que el auge de las dictaduras políticas hizo de la literatura un preciado medio y en un momento donde se dio un enfrentamiento entre la cultura de la tecnología y la de la superstición.
Sus principales representantes fueron grandes escritores como Gabriel García Márquez, Laura Esquivel, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar....
El lector por su parte es invadido por la literatura, la ficción hasta lograr salirse de su propia vida olvidando por un momento todo aquello que lo atormenta y deleitándose durante el momento de la lectura con otros infinitos mundos y vidas que a través de la imaginación lo extrapolan a otras ideas, problemas, situaciones, vivencias... en las que él mismo es protagonista. La literatura como evasión es un medio liberador para el lector. Y es que así como decía el famoso escritor checo Franz Kafka: "un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro".
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